En el corazón de la ciudad, el Hotel Aurora creía tenerlo todo bajo control.
Hasta que las paredes empezaron a moverse.
En el corazón de la ciudad, el Hotel Aurora creía tenerlo todo bajo control.
Hasta que las paredes empezaron a moverse.

Lucía tiene 29 años, estudió Turismo y Organización de Eventos y empezó en el Aurora como recepcionista de tarde. A los dos años ya estaba coordinando pequeños eventos… y hoy es la persona que firma los congresos grandes, las convenciones de empresa y las bodas que salen en Instagram.
Es maniática del detalle: revisa la luz, el sonido y hasta la temperatura de la sala antes de cada evento. Vive pegada a una tablet donde ve planos, horarios y peticiones especiales de cada cliente.
Odia la frase “eso no se puede hacer”; su respuesta casi siempre es: “déjame ver cómo lo encajamos”.
Lucía, vivía en una especie de Tetris diario. Una mañana, la planta de conferencias podía ser:
Sala A + B + C unidas para un congreso internacional.
Por la tarde, tres salas independientes para formaciones paralelas.
Por la noche, un solo gran salón para una cena de gala.
El hotel contaba con una red Casambi impecable, con escenas diseñadas al detalle:
“Presentación”, “Coffee break”, “Cena formal”, “Limpieza”, “Mantenimiento”…
El problema no era Casambi. El problema era que el edificio cambiaba más rápido que las escenas.
Cada vez que movían las paredes móviles:
Escenas que encendían luminarias de la sala “fantasma” que ya no existía.
Zonas demasiado oscuras en una mitad del nuevo salón unificado.
Técnicos de mantenimiento intentando recordar qué escena correspondía a qué configuración.
Llamadas de última hora al integrador para “arreglar la luz antes de que lleguen los invitados”.
La sensación de Lucía era clara:
Tenemos una iluminación de primer nivel… que se queda obsoleta cada vez que abrimos o cerramos una pared.
En una de esas tardes caóticas, el integrador que llevaba la red Casambi propuso algo diferente:
“No se trata de crear más escenas. Se trata de que las escenas entiendan cómo está hoy el hotel.”
Y así llegó Adquio LiveScenes.
La idea era sencilla, pero potente:
Lucía no tenía por qué entender la parte técnica. Lo que le vendieron fue esto: “Cuando cambies las paredes, la luz cambiará contigo. Sin reprogramar todo cada vez.”
Aceptaron el proyecto.

El gran test llegó con un congreso de tres días.
En el briefing inicial, el cliente pidió:
Antes de LiveScenes, esto habría significado:
Esta vez fue diferente.
En cada pared móvil se instaló un contacto seco sencillo: abierto/cerrado.
Cuando el personal de mantenimiento movía una pared:
Para la planta de conferencias, ya no existían solo “Sala A”, “Sala B” y “Sala C”.
LiveScenes manejaba algo mucho más interesante:
Cada estado de pared → una configuración.
Cada configuración → qué luminarias pertenecen a qué zona Casambi en ese momento.



Además de los contactos físicos, se creó una interfaz gráfica sencilla en una pantalla táctil del pasillo de eventos:
Cuando Lucía tocaba en la pantalla:
Y entonces pasaba la magia:
Todo esto sin que nadie tuviera que reprogramar una sola escena Casambi desde cero.
Detrás de esa experiencia suave para el cliente hay varias decisiones inteligentes:
Detrás de esa experiencia suave para el cliente hay varias decisiones inteligentes:

Y, a partir de ahí, el sistema se adapta solo cada vez que el hotel cambia la configuración de las salas.
Tras tres meses con Adquio LiveScenes en marcha, la dirección del hotel hizo balance:

Encuestas de satisfacción de clientes mejoradas: iluminación “siempre adecuada” y “ambiente cuidado” en las valoraciones.
Pero más allá de los números, hubo un cambio sutil y poderoso:
Lucía dejó de hablar de “escenas que no encajan” y empezó a hablar de experiencias:
Lo que antes era una pelea con la luz, ahora es parte del servicio.
Podemos prometer a un cliente que su evento tendrá la atmósfera perfecta, aunque cambie todo el layout el día anterior.
Si gestionas un hotel con salas de conferencias, sabes que el negocio está en la flexibilidad:
Adquio LiveScenes convierte ese camino en una autopista:
Con una red Casambi bien instalada ya tienes medio camino hecho.
Porque al final, el cliente no sabe si hay contactos secos, controladores o interfaces gráficas.
Solo nota una cosa:
Aquí, cada vez que abrimos una puerta… la luz ya sabe lo que tiene que hacer.
Si tu también tienes un espacio polivalente y necesitas que la iluminación se adapte a los espacios cambiantes, contáctanos y te explicamos lo que podemos hacer por ti.
